1.
Se mide con los Equivalentes Generales de Valor
Las medidas de la
sociedad están colonizadas. Se mide con los relojes, con monedas,
con prestigio, con títulos. Los poderes son los que nos encierran en
los Equivalentes Generales de Valor. Nos encierran con esos sistemas
de medida en dilemas de más o menos valor, sin que nos preguntemos
porqué se mide así y no de otra forma, o con otros criterios. “La
forma equivalente de valor se erige en unidad de medida: los sujetos,
los objetos y los mensajes pueden ser medidos -como formas
relativas-, de modo intensivo en relación a la forma equivalente, de
modo extensivo las formas relativas entre sí (J. Ibáñez, 1994).
La historia es el dominio de la recta, de la recta ascendente.
Comienza con la acumulación: acumulación de objetos como Capital,
acumulación de sujetos como Estado y acumulación de mensajes como
Escritura. Y, en consecuencia, acumulación de tiempo como Historia
(J. Ibáñez, 1994).
Cabe pensar, cuando
menos, en estos 4 sistemas de medición que nos abarcan, casi sin
darnos cuenta de dónde está su juego oculto. Las medidas de los
intercambios de espacios-
tiempos, contadas en
tecnologías rápidas o lentas; las medidas de los intercambios de
objetos y bienes, contadas con la moneda de referencia; las medidas
de poder dominación, contadas por la toma de decisiones en la
familia o el estado; las medidas de la cultura o del conocer,
contadas en títulos, escritos, o palabras señaladas. Estas medidas
están relacionadas entre sí, como los propios sistemas. Todos
estamos en ellos sumergidos, o fetichizados por las mercancías y sus
cuentas, tenemos interiorizados los trabajos y los valores de consumo
de los sistemas que nos dominan. En cada sistema de medición hay un
Equivalente General, que está relativamente fuera del juego, para
que sirva de Valor de Referencia.
Como denuncia de
estos valores dominantes B. S. Santos (2005, 2010) construye unos
dilemas alternativos, para revalorizar “las ausencias y las
emergencias”. En su Sociología de las Ausencias se construye lo
que los Equivalentes Generales de Valor denigran, lo que olvidan, lo
que no tiene valor. El “pensamiento abismal” de la modernidad
occidental ha construido como ausencias de valor: “Deriva de la
monocultura del saber y del rigor del saber...Todo lo que el canon no
legitima o reconoce es declarado inexistente. La no existencia asume
aquí la forma de ignorancia o de incultura”.
“La monocultura
del tiempo lineal...progreso, revolución, modernización,
desarrollo, globalización... La no existencia asume la forma de
residualización...lo primitivo… tradicional, lo premoderno, lo
simple, lo obsoleto o lo subdesarrollado”.
“La lógica de la
clasifi cación social...La clasificación racial y la clasificación
sexual...la no existencia es producida bajo la forma de una
interioridad insuperable en tanto que natural. Quién es inferior…
“Lógica de la escala dominante... lo global... todas las otras
realidades dependen de contextos y que, por tal razón, son
consideradas particulares o vernáculas”.
“Lógica
productivista... la no existencia es producida bajo la forma de lo
improductivo, la cual, aplicada a la naturaleza, es esterilidad y,
aplicada al trabajo, es pereza o descualificación profesional”. En
la construcción de “los dioses” también está la construcción
de “los demonios”. En la construcción de los E. G. de Valor
dominante, también están las construcciones de sus
opuestos-dominados. En realidad hay un eje dominante, un dilema en
que tratan de que nos quedemos encerrados, y con respuestas
superficiales, dentro del subsistema. Por eso “invisibilizan” y
construyen las “ausencias”, que solo se puedan ver como lo
ridículo, de lo que todas las personas quieren escapar. No se suele
cuestionar La Historia y su avance Tecnológico. Y quién lo hace
pasa a ser un “atrasado”, un “paleto”, etc. No se suele
cuestionar la Economía, la producción y el valor del oro, del
dinero. Y quién lo hace es tachado de “improductivo”, “vago”,
etc. No se suele cuestionar la Autoridad (los padres, las
administraciones, que pueden ser unas u otras) pero parece que tiene
que haber tal autoridad superior. Por debajo de los ejecutivos y los
jefes, los demás aparecemos “minusválidos”. No se suele
cuestionar el dogma de la Ciencia o el Dios de referencia en cada
colectividad. Y quién no aparece como erudito, es un “iletrado”,
un “ignorante”, etc.
Desde un mismo E. G.
de Valor suele haber disputas por acaparar esa posición, entre el
padre y los que quieren “matar al padre” para ponerse ellos.
Entre el capital financiero y el capital productivo, en economía.
Entre la ciencia y las creencias en algún dios (religioso,
mediático, etc.). Entre el progreso y la conservación, en los
ecosistemas e historias que vivimos. Y entre estos valores polares
suelen situarse posiciones intermedias. Puede ser un cierto
equilibrio, más o menos inclinado a un lado o a otro de los dos
polos. También puede ser una expresión abstracta que a poco
comprometa, como “desarrollo sostenible”, “capital social”,
que solo es mezclar palabras para quedarnos contentos. Pero ambos
polos, y sus posiciones intermedias igualmente minusvaloran las
posiciones
inferiores, ignorantes, atrasadas o improductivas. Es decir, que
estamos distinguiendo varias posiciones en un plano, al menos cinco
como en los pentalemas.
Porque no se trata
solo de criticar a los E. G. de Valor, sino de diferenciar sus
oposiciones dentro de la misma escala de valor, y aquellas posiciones
que se salen a otros ejes que desbordan las propias mediciones. O sea
poder elegir unas “metáforas que nos piensan” (E. Lizcano, 2006)
donde las “matemáticas paradójicas” nos enseñan la inclusión
del “yin-yang”, o como apunta F. Jameson (2002) “la respuesta
no es una síntesis de estas dos opciones sino una suerte de unión
de los opuestos”. Lo más grave es no saber en qué juego estamos
encerrados por esas mediciones. Las
ausencias, lo
invisibilizado, no cuenta, a veces ni se mide. Pero a veces salta.
Por una crisis o por fallos de los propios dominantes. En ese caso
aparece, se muestra, lo que ha estado oculto, y entonces empieza la
operación de ponerle un “estigma” desde el sistema de poderes.
De hecho en lo que llevamos dicho escribimos más estigmas que otra
cosa, como “minusvalías”. Hacer chistes, estigmatizar, lo que
nadie quiere (“paletos”) o lo que nadie debería querer
(“cínicos”). Pero desde los “estigmas” precisamente se puede
construir lo que serían los “emblemas” (R. Reguillo, 1998),
también las “ecologías de saberes”, el eje emergente donde se
pueden construir vías integrales que van más allá de los bloqueos
de los dilemas y de los estigmas. Para ello hay que precisar que en lo dominante hay también sus propias contradicciones. Por eso un esquema más completo de razonamiento para las emergencias, debe incluir los dilemas dominantes, la estigmas que ambos rechazan, y los emblemas para poder construir las emergencias que apuntan a lo superador.
Figura 1. Esquema de
razonamiento para las emergencias
Sin querer ser
inferiores, ignorantes, perezosos o atrasados, tampoco hay que ser
jefes, ni eruditos, ni acaparadores, ni estar a la última. Y tampoco
estar solo por la alternancia entre autoridades, solo en la crítica
a la cultura dominante, o por la regulación y la sostenibilidad de
dentro del sistema. Es posible plantearse y ejercitar una convivencia
más horizontal desde abajo, más que la erudición o la crítica,
ejercer la creatividad social, producir las artesanías y productos
para vivir saludablemente. Saludable en los sentidos de saludar a los
amigos y tener salud para ello, con tecnologías apropiadas, que no
son necesariamente las últimas de la moda, ni las más sofisticadas.
Trabajar para hacer los artefactos necesarios socialmente, no para
acaparar o acumular más que los demás. El aprendizaje de la
creatividad social con la gente como reto cultural, por el placer de
sentir el colectivo e innovar. Y la forma de construir más desde
abajo y horizontalmente que querer ser jefes o tratar de mandar. En
estos ejes sin duda hay tendencias impresas en nuestra historia
evolutiva y cultural, pero también sabemos de experiencias de poder
cambiarlas, y sobre ello vamos a ir avanzando en este texto. Pasar de
los estigmas a los emblemas son múltiples caminos en unos planos que
permiten muchas estrategias.
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