viernes, 27 de mayo de 2016

Declaración colectiva desde las metodologías participativas

(Ver el vídeo al final del texto)

Reunidas unas 400 personas profesionales y activistas que usamos las metodologías participativas en los estados portugués y español, durante los días 22 a 24 de abril de 2016, queremos hacer la siguiente declaración y llamamiento a nuestras sociedades:

En primero lugar constatar que en las últimas décadas ha sido muy notable la amplitud y crecimiento de las experiencias en nuestras ciudades y pueblos, en nuestros trabajos y centros de enseñanza, entre sectores de jóvenes y entre personas mayores. Pero no todo lo que se llama participación puede ser considerado como tal, no se pueden confundir las prácticas de solicitud de opinión para legitimar decisiones tomadas previamente, con la participación plena y la construcción colectiva.

En segundo lugar quisiéramos destacar el afán de transformación social que persiguen estas metodologías participativas, para poder superar bloqueos que la propia sociedad y los poderes establecidos a veces ponen a la creatividad social. En los últimos años, las movilizaciones sociales que han surgido para enfrentarse a las crisis que nos han sido impuestas, han recurrido reiteradamente estas metodologías, mostrando además su sentido socio-político para cambios en profundidad. Con la práctica desde estas movilizaciones y con nuevas experiencias en barrios, cooperativas y otros movimientos sociales, se ha llegado a innovar ampliamente, contribuyendo a una democratización desde la vida cotidiana, que se extiende de forma más general a poderes y saberes compartidos.

En tercer lugar las metodologías participativas han avanzado en su parte científica de conocimiento y construcción colectiva. En este mismo Foro hay una muestra de las renovadas aportaciones que se han presentado, tanto desde las demostraciones empíricas como desde lógicas complejas y rigurosas que conllevan el debate y la construcción colectiva. Constatamos que se diluye la separación entre conocimiento científico y construcción comunitaria del saber, que hay una poderosa creación de inteligencia colectiva por parte de los movimientos sociales.

Pero aún quedan bastantes retos para hacer avanzar estos conocimientos y estas formas de transformación social. En este Foro hemos constatado que el camino se hace al andar y que solo estamos en las primeras décadas en que se sistematizan estas metodologías en sus diferentes versiones. Desde el Congreso de Cartagena de Indias de 1977 hasta el de 1997, ya se avanzó notablemente, pero este Foro pretende presentar esta Declaración y los siguientes Retos al Simposio Internacional de 2017

1 – Llegar a ser una ciudadanía crítica y activa que base su acción en la sostenibilidad, en el territorio y que desarrolle una participación inclusiva, plural e igualitaria.

2 – Construir un sistema de gobierno participativo, que no sólo permita sino que potencie procesos participativos reales.

3 – Tomar conciencia e integrar la transversalidad del arte en los procesos participativos.

4 – Replantear los procesos participativos para que sean inclusivos y lleguen a la diversidad de la población.

5 – Fortalecer la red de vínculos y espacios de encuentro.

6- Conseguir que la educación sea un proceso sociopolítico y crítico desde la participación.

7- Las TIC´s serán una herramienta cotidiana y transversal para la participación con carácter de mutua complementariedad.  




viernes, 20 de mayo de 2016

Los Municipios del cambio

Con los ‘municipios del cambio’ llevamos ya meses de gestión y de debates, pero se notan poco sus resultados en la vida cotidiana de la gente. En parte porque los ataques desde los medios tradicionales están siendo muy duros, y en parte porque los nuevos concejales aún están aprendiendo cómo funciona una administración. El día a día de la gestión de una administración casi no permite a los nuevos concejales sacar adelante el programa que creían más fácil de poner en marcha, o dedicar su tiempo a construir con la ciudadanía los apoyos que necesitan para ponerlo en marcha. Pode­mos debatir cómo desbordar los diferentes atascos que se producen.

El primer lugar es necesario construir un circuito de cogestión administrativa. Ante el desconocimiento sobre cómo funciona la administración local, la tentación inicial es pretender saber más que los funcionarios, haciéndose expertos en la legislación, etc. y para eso acudir a cursillos y talleres de sus partidos respectivos, y luego ir conociendo la forma de cocinar la política con los trucos habituales de gestión administrativa. Esto está bien, pues hay que manejar nuevos lenguajes y saber manejar presupuestos, normativas, etc. En la primera Transición del 79 en los municipios ya nos pasó esto y el resultado para muchos municipios fue encerrarse en sí mismos, creando expertos en la gestión municipal, profesionales de la política.

Mucho más interesante parece poder construir –con aquella parte de los funcionarios y técnicos locales más democráticos e innovadores– algún circuito o espacio para la gestión local que encuentre soluciones más avanzadas y desbordantes que las prácticas tradicionales. La democracia interna en una administración se puede construir desde el principio, y es una ayuda inestimable. De­pende de cada municipio, sobre todo después de tantos años de gestiones reaccionarias, pero siempre hay con quien contar, y está la posibilidad de recurrir a asesorías externas. Pero la democracia se puede empezar por dentro de la propia administración.

El segundo atasco se puede desbordar desde un circuito de seguimiento y control. Los aspirantes a políticos cuasi profesionales tienen también la tentación de aplicar sus propias ideas, pues se sienten respaldados por los votos y un programa que se ha elaborado en el partido correspondiente. Las elecciones representativas tienen la virtud de hacer crecer esta deriva elitista, tanto entre los electos como entre parte de la ciudadanía. El protagonismo de los electos se sube a la cabeza con facilidad, el rendir cuentas ante la gente es de las cosas que primero se olvidan. En­cerrados en el día a día de una gestión, no suelen pedir ayudas a colectivos o expertos que puedan abrir las perspectivas, pues creen que su protagonismo no se ha de poner en duda, y sienten que han sido elegidos para dirigir. Pero mejor sería aprender de las experiencias de otros municipios que ya han hecho políticas alternativas, de colectivos que tienen experiencia, de los movimientos sociales, etc.

Los gestores del cambio ¿han de estar al servicio de la gente que tiene luchas y con experiencia, o han de querer ser los protagonistas como vanguardias ellos mismos? Las campañas electorales tan personalistas no ayudan, pero el cambio se supone que consiste en abrir nuevas formas de hacer política, hacia una mayor participación de la colectividad. Los ‘observatorios’ de la sociedad civil y movimientos sociales son, por ejemplo, elementos que pueden hacer las funciones de promover iniciativas y políticas con un consenso amplio, y también hacer un seguimiento sobre la aplicación concreta de cada política.

El tercer atasco se puede desbordar con un circuito de planificación participativa. Está de moda hablar de la participación ciudadana, pero otra cosa es tratar de ponerla en práctica. Y permitir que las prioridades de la gente desde las bases, de abajo a arriba, sean las que marquen las políticas y los planes. Hay un cierto elitismo que muestra desconfianzas y miedos hacia la gente, “a ver que van a decir”… Quizás porque hay experiencias de una asamblea que fue un lío, o por disputas entre personalismos, y porque no se conocen los procesos con las nuevas metodologías superadoras de estos problemas. Y así los electos suelen estar más preocupados por la ‘opinión ­publicada’ por los medios –que les marcan la agenda– antes que por la crítica y las iniciativas de los movimientos sociales. Entonces sólo nos queda construir sistemas o circuitos de participación desde abajo, que sean muy activos y creativos para propiciar los cambios.

La planificación participativa es algo más que los reglamentos de participación, que hasta ahora han dado muy escasos resultados. Hay sistemas muy probados y con muchos años de experiencia para tomar decisiones y construir prioridades desde colectivos de base: presupuestos participativos, planes integrales o co­munitarios de barrios, consultas, iniciativas legislativas, etc. En paralelo al sistema de concejales, plenos y Administración, cabe establecer otro circuito de asociaciones, grupos motores, talleres, asambleas y sistemas de ponderación para la construcción colaborativa de planificación –en internet y cara a cara–, de forma que se pueda ver una estructura permanente de canales participativos donde la gente de base pueda encontrar con facilidad el camino para sus iniciativas. Todas las personas que tengan una iniciativa o que quieran discutir las existentes han de saber dónde pueden ir a plantear su propuesta, y comprobar que será tenida en cuenta por una auto-reglamentación ciudadana, como ya existe en muchos municipios del mundo.

El último atasco se superaría con un circuito de legitimación política. Los cargos municipales pueden estar tentados de usar una seudo-participación como forma de legitimación de las decisiones que ya han tomado, proponiendo consultas con preguntas muy cerradas. Si no se ha construido previamente un sistema de participación creíble para los movimientos y para la gente de abajo, muchas de estas consultas resultan un fracaso. Habrá poca gente que participe en ellas. Los electos ya tienen el circuito de legitimación legal con sus votos para la toma de decisiones, y podrían establecer comparaciones odiosas.

La participación social no es sola­mente cosa de números –cuánta ­gente ha participado–, sino de la construcción colaborativa de las propuestas y acciones desde la diversidad de posiciones iniciales. Es una legitimidad social basada en la calidad de los consensos por encima de las diferencias iniciales.

Las apuestas de cambio ya tienen una legitimidad legal por número de votos, pero le vendrá bien tener también una legitimación sociopolítica por pasar a tomar decisiones colectivas, con sectores de base y con expertos, que propongan políticas transformadoras y que superen los conflictos. Aún estamos a tiempo para no cometer los mismos errores que en la primera Transición.


martes, 3 de mayo de 2016

Porto Alegre en comparación con sus retos 3/3

del libro original en portugués
Por uma Nova Esfera Pública – a experiência do orçamento participativo” compiladoresNilton Bueno Fisher, Jaqueline Moll
Edit. Vozes, 2000, Petrópolis

Tomás Villasante

Universidad Complutense de Madrid

Comparando con otras experiencias locales
Entre los estilos innovadores está, desde luego, la no contribución a los liderazgos populistas aunque estos sean de izquierda. Se está acabando el tercer ciclo legislativo en Porto Alegre con el Presupuesto Participativo, y llama la atención que el proceso social y el político han seguido creciendo. Por ejemplo algunos municipios han basado sus éxitos en figuras populares de alcaldes singulares (de izquierda o de derecha), que han sabido movilizar a la población, hacer obras, salir reelegidos por su popularidad, etc. No es este el caso, ya que en cada mandato ha sido un nuevo Alcalde el presentado a las elecciones y elegido, reforzando así el estilo rotatorio y la cohesión entre los distintos grupos que apoyan la opción política. Olivio Dutra, el primer Alcalde acaba de ganar las elecciones para Gobernador del Estado de Río Grande do Sul, y ya se ha propuesto hacer también el Presupuesto Participativo a escala de este Estado, lo que pasa a ser una novedad para Brasil. Tarso Genro, segundo Alcalde, es una de las figuras intelectuales más destacadas del PT, junto a Lula, con una buena proyección en todo Brasil e internacional. Es decir, que es un proceso que promociona y amplía su capacidad política. Más que aferrarse a repetir resultados, con líderes perpetuos, se plantean una espiral de formación y lanzamiento de los dirigentes que han participado en este proceso.

Lo mismo ocurre en la promoción de los Delegados del propio Presupuesto Participativo, donde hay una forma de auto-educación por la práctica de un año entero en que han de estar en las asambleas del barrio o del sector tanto como en los estudios de los presupuestos municipales. Es una forma de que la población vaya promocionando a distintos líderes, ya que tienen mandatos por lo que pueden ser revocados, y que no pueden renovar más que por tiempos limitados. Es decir, que con estos estilos de promoción de los dirigentes sociales y de los dirigentes políticos, estamos en auténticas “escuelas de democracia”. Escuelas que son muy convenientes para que la democracia no se quede estancada, pero que no pueden quedarse en talleres o cursos teóricos, sino en ejemplos prácticos de cómo se pueden conjuntar las tareas de los políticos, de los técnicos y de los ciudadanos. Esta es una lección inestimable que va más allá de las fórmulas habituales.


Hace unos años se hablaba de los modelos de gestión de Bolonia, de Barcelona, de Montevideo, de Rosario, de Curitiba, etc., como ejemplos del buen hacer municipal. Se invitaba a sus gestores a explicar cómo habían transformado sus ciudades, con una buena integración entre los equipos técnicos y políticos. La continuidad de los técnicos y de los políticos es una de las cualidades a destacar de estas ciudades ejemplares. Y por eso siguen siendo ciudades de referencia desde estos puntos de vista. La diferencia está en que estas ciudades han seguido un modelo de “emprendimientos competitivos” (como los califica Suzana Moura, 1997) frente a un “activismo democrático” que sería más el modelo de Porto Alegre. Esta investigadora hizo un trabajo muy interesante de comparación entre Barcelona y P. Alegre, con un amplio trabajo de campo en ambas ciudades. Un modelo de eficaz gestión empresarial estratégica se ha llevado en estas ciudades, pues se nota en comparación con otras. La innovación de Porto Alegre es lo participativo e instituyente, desde la propia sociedad articulada, de manera permanente y subiendo en participación, y no tan sólo como una coyuntura episódica, o detrás de un líder señalado.

Ahora estamos viajando desde muchas de estas ciudades a ver cómo lo hacen en Río Grande do Sul y su capital. En Europa no se acaba de creer en las potencialidades de estos ejemplos latinoamericanos, por desconocimiento. Aquí hay muchas más posibilidades de editar y bastantes menos prácticas, mientras en Latinoamérica hay más prácticas alternativas que tiempos y medios de publicación. Pero también entre los propios latinos hay rivalidades entre países y ciudades, que a veces les llevan a preferir seguir un modelo de Europa o USA que los que tienen más a mano. Por eso estos textos son unos documentos importantes no solo por su contenido, sino también por el testimonio que supone de colaboración internacional, sobre la base de aceptar y difundir el ejemplo de lo que se está haciendo en Porto Alegre, y de ahora en adelante también en Río Grande do Sul.

Se han venido sucediendo una serie de reconocimientos internacionales al ejemplo de Porto Alegre. En Estambul, con motivo del Foro mundial Hábitat II, fue uno de los ejemplos de buenas prácticas más señalado a escala internacional. El hecho de que en Brasil la prensa reconozca esta ciudad como la de mejores indicadores de calidad de vida, o que el Banco Mundial no dude en dar créditos porque cada vez recauda y sanea mejor sus finanzas municipales, son hechos que se han ido acumulando en los últimos años. La clave no está en que estos resultados y reconocimientos se produzcan, sino en cómo estos procesos fueron construidos socialmente. Ese “estilo” del que hablamos tiene mucho que ver con la consolidación de una “esfera pública no estatal” en paralelo con los procesos de la democracia del voto o representativa, y el papel de los técnicos que adoptan posicionarnientos comprometidos. Este asunto de los expertos y técnicos es muy importante, porque al estar en medio de los procesos, de los políticos y de los ciudadanos, cualquier tipo de estilo que adopten va a tener efectos multiplicadores en la confianza y/o desconfianza de los sectores implicados.
Hay más experiencias que vamos a referir en seguida, pero todas ellas se han basado en unas articulaciones autónomas de los propios ciudadanos y/o de los movimientos sociales. No tanto para competir en los mismos términos de legitimidad del poder establecido, ni tampoco como apéndices complementarios, sino para ser reales motores estratégicos del cambio desde la sociedad, y con las formas propias de que se quiera dotar ésta en cada circunstancia. En general podemos hablar que en paralelo a las formas de representación partidaria se han ido construyendo Foros Cívicos, de Asociaciones, de ciudadanos, etc., que han puesto en marcha de manera independiente, creativa e instituyente, alguna iniciativa que muestra su eficacia en el respaldo de sus actividades por las gentes del común.

Otros ejemplos mundiales de ciudades pioneras, entre los más ricos, es el Foro Cívico para la Sustentabilidad, en la ciudad de Seattle (USA). Durante la década de los 90 han ido desarrollando las recomendaciones de la Agenda 21 de Río de Janeiro sobre sustentabilidad, de tal manera que los propios movimientos sociales son quienes definen cuáles han de ser sus prioridades a medir. Después los técnicos las estiman, y la prensa y TV lo popularizan entre la población, en un ejemplo claro de concreción y pedagogía de construcción de los nuevos valores alternativos. Por ejemplo, los ecologistas pueden proponer que se mida el número de salmones que hay en el río como indicador de calidad de las aguas y de la vida en la ciudad. O las mujeres de Barcelona en su Foro Cívico que se mida el tiempo disponible de ellas, y cómo evoluciona cada tantos años, para saber sobre la calidad de la ciudad. O los más sindicalistas la dispersión de la renta entre el 20% de los que ganan más y los que ganan menos. El papel de los técnicos es aquí muy importante, pues todas estas mediciones de índices se pueden hacer muy tecnocráticas o complejas y participativas, y en estos aspectos se ve la diferencia.

Entre los más pobres está el ejemplo de Villa El Salvador (Perú). Desde 1970 se ha ido construyendo al sur de Lima una comunidad autogestionaria (y desde los 80 también Municipio), que alcanza los 300.000 habitantes. Tienen una planificación participada de la ciudad, que desde un primer momento no era una invasión de tierras sin más, sino con un contenido social propio. Han ido desarrollando unas zonas industrial y agraria, adaptadas a las posibilidades de sus economías muy precarias. Han pasado de vivir bajo esteras en un desierto al principio a ir autoconstruyendo sus propias casas con materiales sólidos. Se alcanza ahora la alfabetización del 90% de los niños (cosa muy difícil en Perú). Hay una emisora de radio desde hace años y un centro de formación profesional. Mas recientemente el canal 45 de TV emite sus propias noticias, etc. En medio de los ataques violentos de Sendero Luminoso (mataron a M. Elena Moyano, dirigente del vaso de leche y las ollas comunes), y de los ataques de los Gobiernos peruanos, han sabido ser ejemplo para el resto de los "pueblos jóvenes" de Lima y para otras muchas comunidades de pobres de Latinoamérica.

Es importante recordar algunos ejemplos internacionales, porque así ya nadie tiene excusa para no hacer en su municipio estos procesos instituyentes que están dando resultados en muy distintas situaciones. No es un problema de ser más ricos o más pobres, de proclamarse ideológicamente muy innovadores o no, sino de hacerlo. La legitimidad pasa por las realizaciones a presentar y las formas de implicación de la sociedad que las respaldan. Aquí sólo estamos presentando muy brevemente alguna de estas experiencias, pero son bastantes más numerosas, y hay varios trabajos en marcha que quieren dar cuenta de ellas con análisis en profundidad. De momento en la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid hay, en castellano, una recopilación de las mejores presentadas en Estambul, 1996 (Hábitat II) y una revista que sigue haciendo un buen seguimiento para quien esté interesado: Biblioteca Ciudades para un Futuro Sostenible, http:\\www.habitat.aq.upm.es

Los retos que se abren para avanzar

Otros retos que se nos abren, a partir del ejemplo de Porto Alegre, son algunos de los aspectos aún no resueltos allá tampoco, pero por lo menos formulados en los debates que he podido mantener con los dirigentes y estudiosos de la ciudad. Por ejemplo, el reto de los Delegados en relación con sus bases y con los técnicos del barrio o del sector temático. Hasta ahora los sectores más conservadores o no participaban o eran desbordados por la democracia de base, pero se sigue generalizando la participación, y cada vez son más numerosas las personas y contraposiciones que se presentan en cada barrio. O bien que, bajo cuerda, se entre en las batallas de liderazgos, ¿no cabría tratar de realizar nuevas formas de investigación-acción-participativa, donde dirigentes, técnicos y bases han de centrarse sobre todo en dinámicas ciudadanas?


Hay formas de sondeos participantes, talleres descentralizados y que abren procesos instituyentes, coordinación de colectivos y asociaciones para temas puntuales, etc. Muchas de las cosas que se vienen haciendo, pero es necesario sistetizarlas y democratizarlas en la práctica cotidiana. El análisis de redes y los conjuntos de acción es una, entre otras muchas, forma de abordar estos procesos con mayores garantías de eficiencia participante.

Es un problema confiar solo en las asambleas, o en formas de prueba y error, más o menos intuitivas, para ir haciendo el seguimiento de los procesos de participación más de base. En mi opinión hay que capacitar cada vez más a los técnicos de trabajo directo en las bases y a los propios dirigentes, para que también se vayan renovando, en sistemas y prácticas lo más participativas y eficientes posibles, que vayan sustituyendo el hablar bien en asambleas muy numerosas (a veces esto no es lo más democrático), por talleres más descentralizados donde opine todo el que quiera, grupos de discusión y entrevistas grupales con los que no acuden a reuniones, etc. Es decir hacer investigación-acción-participativa con el mayor rigor metodológico posible, y con devoluciones en talleres para la confección de las “programaciones de acciones integrales” y los “presupuestos participativos”, según sean los procesos de cada una de las localidades o sectores implicados.

Está también el reto de la articulación entre las muchas demandas que se generan entre los ciudadanos y los técnicos que están en la calle, y la eficiencia de los técnicos que están en servicios centrales o en las burocracias que no están tan controladas directamente por la población. ¿Además de la comisión tripartita caben otras iniciativas participativas dentro del aparato del Estado? Aquí también caben formas de abordar la reforma de la admi nistración pública, sin duda en contacto con los sindicatos, y con los representantes de los usuarios de los servicios, pero no sólo a partir de las quejas por el salario o de los horarios de trabajo. Hay sistemas que no implican reducción de plantillas, ni “estrés” de los ritmos de trabajo, para mejorar la calidad y la innovación de cada puesto de trabajo. La investigación-acción-participativa en algunas empresas muy eficientes (grupo cooperativo Mondragón, en el País Vasco) aplicaron este sistema, y no solo no tuvieron que despedir trabajadores, sino que han seguido un camino de desarrollo notable en sus diversas líneas de producción.

Hay sistemas empresariales de mejora de la calidad que suponen incrementos de los ritmos de explotación de los trabajadores, y cuando se pasan a la administración pública hay que tener aún más cuidado con ellos. Pero eso no nos exime de que es necesario entrar a mejorar con sistemas de control y de eficiencia las amplias burocracias locales en la administración. Si se consigue que los funcionarios y los técnicos públicos muestren un estilo diferente y participativo también en los servicios centrales, y no sólo en los que están en la calle, entonces si podemos proclamar que estamos ante una verdadera revolución del Estado. El problema del Estado no es una cuestión de filosofías a debatir, sino de encarar de una vez sus procesos de renovación y motivación en los aspectos internos y externos. Quizás ya se han puesto buenas bases en lo que atañe a lo externo, en los equipos que trabajan con los dirigentes sociales (aunque se puede mejorar siempre), pero en los despachos hay que preconizar también sistemas de mayores motivaciones y dialécticas para la eficiencia pública.

Otro reto más que se nos presenta a partir de esto es la articulación entre el Presupuesto Participativo y los Planes Estratégicos (Ciudade Constituinte) que relacionan a la ciudad con otras ciudades del cono sur (Mercocidade). Las ciudades como Montevideo, Porto Alegre, Córdoba, Rosario, Curitiba, están en el centro del Mercosur, y con gobiernos Progresistas cabe plantearse alternativas de cooperación en muchos temas de economía, de transportes, culturales, etc. más que competir entre ellas. ¿Cabe intentar algunas experiencias de "economía popular urbana" en estas ciudades y entre ellas, con el volumen de sus economías públicas y sociales, y la voluntad política que las anima? José Luis Coraggio (1994) ha sugerido para este tipo de ciudades de cierta importancia estratégica estas formas de “economías populares” donde, ante todo, se trata de apostar por la reproducción de la calidad de vida frente a la reproducción del capital.

Si se juntan todas las entidades de interés más público en una coordinación especial sin especial ánimo de lucro, en un Plan concertado, pueden actuar en el mercado pero con otros criterios que no tienen que ser los dominantes en la economía de mercado actual. Son formas de resistencia a las crisis, que necesitan un cierto tamaño para ser viables, pero al tiempo son también formas de alternativas parciales, que van creando otros valores y otras viabilidades dentro de estar a la contracorriente del sistema vigente. En la lógica del trabajo de generar “redes de financiamientos locales” hay bastantes posibilidades de desarrollar otros sistemas que intenten ir más allá del actual sistema financiero internacional. No se trata solo de postular un cambio o una contraposición radical al mismo, que lo merece, cuanto de ir construyendo nuevas formas en el ánimo de otras lógicas de desarrollo (tanto sociales como en lo sustentable para futuras generaciones). El crédito que se tiene desde una popularidad de una política con cierto éxito se puede traducir en “bancas populares” locales y redes de las mismas entre ciudades. Serán sin duda mas lentas en sus desarrollos pero también más fiables.

Los retos que están puestos por delante seguro que son muchos más, pero me parece que no es poco que nos atreviésemos con algunos de éstos. Por lo pronto el caso que estamos aquí analizando ya va muy por delante de otras muchas ciudades pioneras en haber superado algunos de los problemas previos planteados. El ánimo que nos da nos ha animado a plantearnos nuevas cuestiones fundamentales para el crecimiento de las formas democráticas realmente existentes. Porto Alegre más que un ejemplo acabado y pleno, con respuestas para todo, es un ejemplo instituyente con preguntas claves a las que va dando sus respuestas. Es uno de los mejores ejemplos de democracia participativa que se están reconstruyendo en la práctica, y por eso espero que ustedes vean algo más que una tecnología en sus sistemas de prioridades, o un caso exótico y raro. Que vean la osadía de los políticos, los técnicos y los ciudadanos, para poner en marcha los procesos instituyentes adecuados a este caso en particular, y a cada caso en las localidades donde ustedes estén. Porque es responsabilidad de todos mojarse con la democracia.


Bibliografía
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